Asimismo, las diásporas de países vecinos, como Hungría, Moldova y Polonia, han movilizado recursos para apoyar la acogida de refugiados ucranianos. A través de asociaciones locales creadas con el apoyo del PNUD y el gobierno suizo, las personas de Moldova en el extranjero contribuyeron hasta 160.000 USD para ayudar a sus comunidades locales a responder a la crisis, incluido el apoyo financiero y en especie.

“Los lugareños fueron a la frontera para recoger a los refugiados y llevarlos a nuestro pueblo. Esta fue una gran carga para nuestra comunidad y era obvio que necesitábamos más apoyo. Informé a nuestra red de migrantes”, dice Veronica Vrinceanu, presidenta de las Asociaciones de Pueblos Indígenas para migrantes originarios del pueblo de Sireti. “En solo unos días comencé a recibir llamadas de nuestra diáspora y de migrantes en el extranjero, ofreciéndome su apoyo. Los migrantes enviaron dinero a sus hogares, y también alimentos, ropa, productos sanitarios, juguetes, papelería... para ayudar a sus familias y a las autoridades locales a hacer frente a esta crisis”, explica.

"En solo unos días comencé a recibir llamadas de nuestra diáspora y de migrantes en el extranjero, ofreciéndome su apoyo", dice Veronica Vrinceanu.

En Venezuela, por ejemplo, las remesas han sido vitales para las familias pobres. “La realidad que vive el país en este momento no se puede ocultar. La mayor parte de las remesas se utilizan para adquirir alimentos, pagar servicios, y comprar gas para cocinar y medicinas”, subraya Carlos, un trabajador de la construcción venezolano en San Martín, Colombia. Debido a la falta de canales formales, Carlos tiene que pagar una comisión del 20 % para enviar remesas a través de canales informales. Este dinero, que sería vital para paliar la pobreza de los hogares, solo beneficia a los intermediarios.

La falta de canales formales también es un problema grave en el Afganistán. Con 5,9 millones de afganos en el extranjero a mediados de 2020 y el 97 % de la población en riesgo de caer en la pobreza, según estimaciones de la División de Población de la ONU, las remesas ayudan a las familias que tienen dificultades para sobrevivir. Sin embargo, tras la toma del gobierno por parte de los talibanes en agosto de 2021, Estados Unidos congeló 7.000 millones de USD en reservas afganas, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cerró el sistema de financiación. La crisis de liquidez del país ha dejado el sistema bancario y financiero en desorden, así como a las remesas, en un estado precario.

"La mayor parte de las remesas se utilizan para adquirir alimentos, pagar servicios, y comprar gas para cocinar y medicinas”, subraya Carlos.

Las diásporas, cuando tienen más facilidades para invertir, transferir conocimientos y apoyar a las comunidades en sus países de origen, pueden hacer aún más para aliviar el sufrimiento de las comunidades atrapadas en crisis. Las personas que formulan políticas, los reguladores y los proveedores de servicios de remesas tienen un papel importante que desempeñar para aprovechar los efectos de estos flujos. Invertir en inclusión financiera y habilidades empresariales es clave para ayudar a los hogares receptores de remesas a aprovechar al máximo este capital, especialmente en países afectados por crisis.

En el Día Internacional de las Remesas Familiares, el PNUD se une a sus socios y a la Red de las Naciones Unidas sobre Migración para hacer un llamamiento a las partes interesadas, los Estados miembros y las organizaciones internacionales para crear las condiciones que faciliten el envío de remesas internacionales de manera más rápida, económica y segura.